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NADELHORN 4327 m. ALPES VALAISIANOS-SUIZA


Si no tomáramos decisiones, aunque fueran arriesgas, es seguro que muchos de los propósitos que perseguimos nunca los conseguiríamos. 
El inicio de esta aventura se remonta al año pasado, cuando el intento de viajar al Montblanc tuvo que ser pospuesto por causas mayores y por tanto, durante el actual hemos ido albergando la ilusión de que esta es la buena. 
Pues nos equivocábamos, otra contrariedad nos lo ha impedido. Así que con la moral baja y una dosis de resignación alta me disponía a emprender actividades de un calibre inferior, cuando el destino hizo que Joan, un compañero, tras comentarle mi situación me invitara a participar de un ruta a los Ecrins para ascender a la Meije. 
El plan era muy interesante y, desde luego, de mayor entidad que lo que haría si me quedaba por aquí, así que acepte. Y aquí entra en juego la última variable, pues el mal tiempo de última hora nos obligó a deshacer el grupo inicial y por supuesto a cambiar de destino, pues el frente azotaría en breve la zona elegida. 
De la noche a la mañana me veo embarcado con Joan, Roger y Quim en una auto caravana viajando hacia suiza, sin un plan fijo, ni ruta que subir, pero desde luego una idea clara, alejarnos de la tormenta para subir un 4000 y disfrutar todo lo que podamos. Salida el día 9 y trayecto de lujo hasta llegar al pueblo de Saas Fee (próximo a Zermatt )donde hicimos noche en la auto caravana, ventajas de ir con la casa a cuestas. 
Nos cascamos aprox. 1100 kilómetros y a la entrada, como es normal, a pagar la tasa de las autopistas, unos 40 euros más o menos, la única ventaja, que es anual. 
El día 10, una vez aparcada correctamente la caravana en un parking de pago, no había otro sitio con un coste aprox de unos 50 euros por los dos días que estara, salimos dirección al refugio de Mischabel, que se encuentra a unos 3330 m. de altura con unos 1600 m. de desnivel positivo acumulado. Desde el parking se observa una magnífica vista de los dos picos más importantes a donde nos vamos a dirigir, la Lenspitze de 4294m. y el Nadelhorn 4327m. 

Salimos del pueblo y se comienza a caminar por un bosque donde al poco cruzamos un puente y en zigzags suaves, nos va llevando hasta una arista rocosa, que superamos con la ayuda de cables y grapas metálicas siendo una parte, la final muy decidida y directa ganando altura fácilmente.
Es normal ver grandes sarrios trotar por el entarimado rocoso y la pena es no observar ningún torrente ni fuente cercana que nos pueda abastecer de agua. Además de lo antes explicado, en la subida encontramos una gran cruz metálica y una escalera.
La llegada al refugio libre, que es la parte que está abierta en estas fechas, nos complace gratamente, pues está perfectamente equipado con cocina de leña, madera en abundancia para quemar, sartenes, cacerolas etc.. Y además con camas mullidas y mantas cálidas, que garantizan pasar buena noche. Disponemos de luz, gracias a las placas solares y se encuentra en perfecto estado de revista. También dispone, por si hubiera algún contratiempo, radio de emergencia. Un lujo comparable a muy pocos refugios españoles. 
La cena de esa noche caliente y reponedora y a la cama, que debemos reponernos.
La subida la hemos hecho de forma pausada para no sufrir el "mam", pero yo era la primera vez que pasaba noche a tanta altitud y notaba un ligero cargazón en la parte trasera de la cabeza, así que me tomé una aspirina y me alivió. Mis compañeros durmieron con ciertas molestias también por la altura, y yo aunque estaba algo acongojado dormí bien. 
Para la mañana siguiente teníamos un plan demasiado ambicioso, recorrer toda la arista que une el circo donde están enclavados los picos antes descritos, y al ver que al levantarnos, la altura no nos había dejado descansar como queríamos, cambiamos eligiendo solo una cumbre. 
Salimos del refugio con los primeros rayos solares tras haber desayunado contundentemente, y continuamos subiendo la arista rocosa que nos lleva a los pies del glaciar de Hohbalm, pasando junto a un depósito de agua característico y otra escalera metálica. Una vez en el glaciar, bordeamos la grietas existentes y pegados casi a la pared, remontamos la escarpada pendiente de hielo sucio y deteriorado, que nos conduce al collado junto al Windjoch, lugar donde nos podemos guarecer algo del viento que azota con una violencia por encima de los 35 km/hora, según el parte meteorológico del pueblo. Desde este punto se trata de encarar una arista nevada de relativa facilidad y con una pendiente mantenida, poniendo atención a los patios, pues por cada uno de los lados si caíamos nos haríamos mucho daño.
En la cota 4000 metros, Joan y Quim, que se encuentran algo castigados, deciden darse la vuelta y Roger y yo continuamos subiendo. Un tanto más arriba, encontramos dos obstáculos rocosos que nos dificultan la subida. Los superamos por las palas de hielo a su derecha con algo de recelo, teniendo que usar la cuerda como seguridad y montar una reunión con el piolet encastándolo en un saliente rocoso.
Los últimos tramos hasta la cumbre se complican, ya que la pala se pone tiesa y además está surcada de rocas, no excesivamente solidas y mucho hielo difícil de pinchar, pues rompe fácilmente y no llevamos tornillos. Así que, para llegar a cumbre, lo hago escalando en mixto un tanto expuesto, sintiéndome agotado por el esfuerzo y la altura que me debilitaban por momentos.
Roger se queda agarrado a una roca donde se encuentra seguro y decide, tras hablarlo conmigo, no subir ya que técnicamente le supera. La cima magnifica y aérea, desde donde se observa la continuación de la arista y las vistas del Cervino, algo maravilloso.
Para el descenso tuvimos que montar dos rapeles usando varias bagas que anclamos a las rocas y una vez en terreno más asequible desandamos el camino, ya sólo con la ayuda de piolet y crampones.
En la bajada, comienzo a notar unos pinchazos intensos sobre el pulmón derecho que me irradiaban hacia la espalda, acompañado de una debilidad al hacer fuerza sobre la zona derecha del cuerpo. Sabía que algo no iba bien y decidí descender todo lo rápido que pude, con la intención de que los síntomas mejoraran, pero no fue así. Me fui debilitando todo y que comía y bebía frecuentemente, llegue al límite al refugio donde me esperaban Joan y Quim. 
Roger fue más pausado y llego casi 45 minutos más tarde que yo, también bastante afectado. En total, un ataque que duro aprox. unas 6 horas.
Una vez todos reunidos al calor de la leña y bebiendo té caliente, las cosas mejoraron pero los pinchazos dieron paso a una molestia que me dificultaba llenar plenamente los pulmones. Una aspirina, cenar y a dormir a las 8 de la tarde, hicieron que metido dentro del saco y en posición de tumbado notara un ritmo cardiaco de 130 pulsaciones. La cosa fue de mal en peor y no pude dormir nada, así que, aunque tomé una aspirina, el dolor de cabeza era insoportable y a las 4 de la mañana no pude más y gracias a la colaboración de mis compañeros, desayuno algo caliente y a punta de alba abandonamos el refugio descendiendo de nuevo la arista equipada.
Cuando llevaba unos 300 metros de desnivel bajado, noté mejoría, pero no fue hasta por debajo de los 2500 metros que no me encontré prácticamente recuperado. En total 2 horas de descenso que, sin que sirva de precedente, me encantaron hacer pues cada metro que bajaba mejor estaba. Recoger la auto caravana y el día 12 retornar con ella a Barcelona.
Una aventura inolvidable alcanzando la cota máxima de un pico, hasta ahora para mi, y pernoctando también a la máxima cota hasta ahora, con el inconveniente del mam, pero que una vez superado me ha hecho más fuerte, no solo física si no psíquicamente.
En definitiva, mejor montañero. Saludos y que lo disfrutéis.






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