CHUBASCO.

Hoy la lluvia ha hecho acto de presencia durante buena parte de la noche y parece que no tiene intención de cesar durante el día, la bajada de la temperatura es un hecho fehaciente y parece que este conjunto genera en mí un efecto nostálgico y aturdidor, como si de un sopor se tratara. En cierta parte en cambio, estoy contento pues este goteo recalcitrante beneficia al entorno urbano, donde vivo, ya que arrastra las partículas de contaminación y permite que el aire sea más límpido, además los parques y zonas ajardinadas así como los múltiples campos de labranza que rodean a mi localidad se ven altamente gratificados con ella. Pero he de ser sincero, a pesar de todo, los planes para el día de hoy se han visto truncados y obviamente un nuevo enfoque surge de la mirada en la lejanía de las cortinas de lluvia que surcan el horizonte. Me he de adaptar a las circunstancias y al medio y que mejor manera que coger la cámara aprovechando este ramalazo contemplativo que me embriaga y plasmar un par de instantáneas parándome a reflexionar en el interior de las mismas. La primera foto no muestra un paisaje esplendoroso, más bien la belleza está en el interior, contemplar como parece que en cada gota exista un mundo interno ocasionado por la refracción del objeto que tengo delante de la ventana donde fue tomada, que no es otra cosa que un edificio con ventanas, que nos hace imaginar un pequeño universo diminuto, donde el espacio es la clave.

En la segunda he intentado explorar un punto más allá, centrándome únicamente en una de esas gotas que forzada a caer crea un delicado baile que contemplado a alta velocidad es capaz de mostrarnos la fragilidad que oculta un instante y la repercusión que genera en el entorno, donde podemos deducir que claramente lo que premia es el tiempo. Finalmente y dejando un poco de lado la filosofía cabe decir que es curioso como la naturaleza nos rodea de mil formas para la que tenemos que tener predispuestos nuestros sentidos pues muchas veces nos pasa inadvertida. Saludos.